jueves, 11 de noviembre de 2010

Actitud y la fuerza de la convicción

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Como ya es sabido, Nuestra Cultura está compuesta por conceptos y técnicas. Los conceptos componen una parte importante, pero mucho más abstracta; es definido por una actitud más lúcida y consciente de relacionarse con uno mismo, con los demás, con todo el entorno.
Por el otro lado, la parte técnica pareciera ser más concreta, tangible: uno realiza técnicas y tiene la certeza de estar practicando.
Tanto a través de los conceptos como de la parte técnica uno aprende a desarrollar un elemento fundamental: la actitud, la misma que luego se traduce en esa manera "más lúcida y consciente de relacionarse" antes citada.
Para poner un ejemplo, empecemos por la herramienta más densa: las técnicas corporales.
Estas técnicas, junto con otras más, pertenecen a la parte inicial y más básica del Método. Sin embargo tejen en sí mismas un entramado de componentes que permiten forjar una base sólida sobre la cual trabajar.
A través de ellas uno aprende a desarrollar consciencia de lo que hace, mientras lo hace. Es necesario que uno se mantenga atento, conectado y disfrutando plácidamente de la práctica con la plena intención de superar los obstáculos que puedan surgir.
Cuando ese aprendizaje trasciende las horas en la sala de prácticas y es aplicado en los detalles de la vida diaria, es cuando uno comienza a incorporar los conceptos y a desarrollar más ampliamete la actitud.
La actitud frente a un reto dentro de la práctica, en el trabajo, en los estudios, en las relaciones afectivas o en cualquier otro ámbito, va a determinar que uno desista o que por el contrario lo supere, desarrollando convicción y fuerza y sirviéndose de él como el combustible para la autosuperación y la evolución.

Música buena onda: Raz Ohara & The Odd Orchestra

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Como de costumbre, un poco de música para pasarla bien practicando, caminando en el parque, compartiendo con amigos, o simplemente disfrutando de la compañía de uno mismo.
Esta vez un grupo que revela una sensibilidad extrema, perfecto para dejar sonar un día lluvioso: Raz Ohara & The Odd Orchestra.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los descasamientos

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Fragmento de la novela "Yo recuerdo" del Maestro DeRose.
Nuestro pueblo festejaba los casamientos y los descasamientos. No había motivo para tristezas cuando terminaba un matrimonio. Teníamos bien incorporada la noción de que la persona que compartió con nosotros nuestra casa y nuestro lecho, una vez separada, se volvía nuestra hermana.
Si no había más interés en proseguir juntos por incompatibilidad de genios o cualquier otra razón, ambos procuraban comprender al otro y deshacían los lazos conyugales. Pero como eso no representaría una ruptura ni un alejamiento mayor, no era causa de ningún trauma, ni de tristeza, ni de agresividad.
Para dar satisfacción a los amigos y consanguíneos, se organizaba otro tipo de fiesta, cuyo objetivo mayor era el de abrazar largamente a cada uno de los que se separaban, para que sintiese que no estaba solo y que toda la comunidad estaba allí para ampararlo y para llenar sus momentos de soledad. Era común que los amigos de ambos sexos se turnasen para hacer compañía y dormir con cada uno de los descasados en los meses que seguían a la separación.
No habiendo sentimiento de posesividad y con la posibilidad de que el ex-marido continuase residiendo en las proximidades de la ex-mujer e hijos, las separaciones conyugales causaban muy poco desgaste. El hecho de que el poder económico estuviese centralizado en la mujer también facilitaba las cosas, pues no había reparto de patrimonio. Pertenecían al hombre sus herramientas, armas y ropas. Lo restante era de la mujer.