sábado, 14 de noviembre de 2009

La puesta del sol

Cuando el sol se ponía, todos dejábamos lo que estuviésemos haciendo y nos quedábamos en pequeños grupos observando el crepúsculo. Las familias se reunían, los niños se encaramaban en los hombros de los mayores o en el regazo de los padres. Las parejas se abrazaban y acariciaban.
Ésa era la hora de hacer las paces, si alguien todavía estaba resentido por alguna cosa; era también la hora de recitar poesías casi siempre compuestas de improviso, allí mismo. Siempre fue muy fácil para nuestro pueblo componer poemas de amor al ponerse el sol, pues los rostros quedaban dulcemente iluminados por el color anaranjado del sol poniente.
No teníamos noción de lo que era aquel disco luminoso en el cielo, pero sabíamos que era lindo y que a él le debíamos nuestra vida, la luz que nos iluminaba, el calor que nos calentaba en el invierno. No imaginábamos que fuera alguna divinidad sino un fenómeno natural como el rayo, el trueno o la lluvia, y lo reverenciábamos con gran respeto y afecto.

Extraído del libro "Yo recuerdo" del Maestro DeRose.
Foto por Leilane Lobo

2 comentarios:

Laura dijo...

Wow... que ganas me dieron de ver una puesta de sol entre amigos.
Gracias por el post.

Teacher Johnny dijo...

Sí... ver la puesta del sol en la playa, entre amigos... que bueno no?