lunes, 23 de enero de 2012

Resignarse o luchar

El esclavo soporta su suerte aunque oprobia su triste vivir, pero el libre prefiere la muerte al oprobio de tal existir.
Juan Pablo Duarte

Texto por Johnny Martínez.
Probablemente muchas veces ya escuchamos a alguien declarar haber resignado su destino a un designio superior. Seguro que más de un centenar de veces fuimos testigos de una persona que quiso responsabilizar de su pesada carga a una voluntad mayor.

Lo cierto es que es sumamente tentador despojarse de la responsabilidad propia y dejarla sobre hombros ajenos. Haciendo eso nos libramos de un peso que nos creemos incapaces de soportar. Y quizás así sea, al menos temporalmente.

Por otro lado, si tenemos suerte, nos podemos cruzar con personas que reconocen el peso de sus actos y palabras y las utilizan sabiamente. Estas segundas, consciente o inconscientemente, saben discernir entre lo que depende del esfuerzo propio y lo que no, sin amedrentarse con los obstáculos que puedan surgir.

Saben reconocer hasta donde llega el campo de su actuar y, en el proceso, advierten dónde comienza el espacio del infinito mundo de posibilidades externas para utilizarlas favorablemente. Saben admitir cualquier desacierto y se disponen a reintentar nuevamente cuando lo creen oportuno. De la misma forma, reconocen cuando es el momento de abortar un emprendimiento, después de haber persistido infructuosamente.

Mientras las primeras se entregan fácilmente al fatalismo del "tenía que suceder así", las segundas luchan, actúan objetivamente y recogen los frutos de su labor, dedicándose a otra cosa sólo después de haber agotado todos sus recursos.

Esto no quiere decir que tener fe sea un acto deplorable o cuestionable, puede ser incluso algo noble y esperanzador. Pero poder discriminar entre factores externos y el empeño particular, reconociendo la libertad propia y sabiendo encauzar nuestras fuerzas para alcanzar lo que nos propongamos tiene un valor incalculable.

1 comentario:

Salvss dijo...

Arjuna decìa "no puedo", y Krisna le decìa "sì puedes", y Arjuna obedeciò: èsa es la esencia del Bhagavad Gita."