
miércoles, 21 de mayo de 2008
jueves, 15 de mayo de 2008
Necesito practicar porque....
"En el SwáSthya consideramos un procedimiento más noble ir al Yôga no con la finalidad de beneficios personales, sino impulsado por el mismo motivo que induce al artista a pintar su cuadro: una manifestación espontanea de lo que está en su interior y necesita ser expresado.Practique Yôga porque le guste, si tiene vocación, si ya está hirviendo en sus venas, ¡no porque precise!Si un practicante busca exclusivamente algún beneficio, el instructor no logrará enseñarle realmente Yôga, tal como el profesor de ballet no podrá enseñar danza a un alumno que solo quiera perder peso."Mestre DeRose
¡Música buena onda!
martes, 13 de mayo de 2008
¿Qué es Yôga? Segunda Parte

Esos hechos ocurrieron hace más de 5.000 años al Noroeste de la India, en el Valle del Indo, que era habitado por el pueblo drávida. Por lo tanto, vamos a estudiar los orígenes del Yôga en esa época y localizar su propuesta original, para poder identificar una enseñanza auténtica y distinguirla de otras que estén comprometidas por el consumismo o por la interferencia de modalidades alienígenas e incompatibles.
Tanto el Yôga como el Tantra y el Sámkhya fueron desarrollados por ese pueblo admirable. Su civilización, una de las más avanzadas de la antigüedad, quedó perdida y enterrada durante miles de años, hasta que los arqueólogos de fines del siglo XIX encontraron evidencias de su existencia y excavaron dos importantes sitios arqueológicos donde descubrieron las ciudades de Harappá y Mohenjo-Daro. Después, fueron surgiendo otras y otras. Hoy ya son miles de sitios, distribuidos por un área mayor que la de Egipto y la Mesopotamia juntos.
Quedaron impresionados con lo que encontraron. Ciudades con una urbanización planificada. En lugar de caminos tortuosos, largas avenidas de hasta catorce metros de ancho, que cortaban la ciudad en el sentido Norte-Sur y Este-Oeste. Entre ellas, calles peatonales, por las cuales no pasaban carros de bueyes. En éstas, las casas de la clase media tenían dos pisos, un atrio interno, instalaciones sanitarias dentro de la casa, y hasta agua corriente. No se olvide de que estamos hablando de una civilización que floreció 3.000 años antes de Cristo.
No era sólo eso. Iluminación en las calles y desagües cloacales cubiertos, juguetes para los niños en los que los carros tenían ruedas que giraban y la cabeza de los bueyes articulada, muñecas con cabellos implantados, imponentes silos que poseían un ingenioso sistema de ventilación, y plataformas elevadas para facilitar la carga y descarga de las carrozas.
En otras culturas del mismo período, las construcciones de los soberanos consistían en opulentos palacios y majestuosas tumbasreales, mientras el pueblo subsistía en chozas insalubres. En la cultura dravídica, por el contrario, el pueblo vivía bien y la arquitectura de la administración pública era simple.
Otra curiosidad fue expresada por Gaston Courtillier en su libro Antiguas Civilizaciones, Ediciones Ferni, página 24, cuando declaró: “Quedamos verdaderamente admirados al no encontrar, en esos tiempos profundamente religiosos, templos o vestigios de estatuas que los poblaran, como fue regla en otros lugares durante toda la antigüedad, ni siquiera estatuillas de adoradores en actitud de oración delante de su divinidad”. Para nosotros eso tiene sentido, ya que sabemos que en la India antigua el Sámkhya tuvo su momento de esplendor. Y en la India preclásica, la variedad Niríshwarasámkhya fue todavía más fuertemente naturalista que el Sámkhya Clásico.
Su sociedad se ha identificado como matriarcal, lo que también es coherente con nuestras fuentes, según las cuales el Yôga surgió en una cultura tántrica.
Cavando más, los arqueólogos descubrieron otra ciudad bajo los escombros de la primera. Para su sorpresa, más abajo, otra ciudad bastante más antigua. Cavaron más y encontraron otra ciudad debajo de ésa. Y otra más. Y otra. Lo que llamaba la atención era el hecho de que, cuanto más profundamente cavaban, más avanzada era su tecnología, tanto en la arquitectura como en los utensilios. Hasta que dieron con una napa de agua y tuvieron que dejar de cavar más profundo. Lo que nos preguntamos es: ¿cuántas otras ciudades habrá allá abajo y cuánto más evolucionadas serán?
Siga viniendo, que todavía falta un mundo más.
En la foto ¡YO! que todavía no tengo site pero que pronto pronto viene. Tomada por Pamela Díaz.
lunes, 12 de mayo de 2008
La danza del los swásthya yôgins

¿Yôgi, yôgin o yôginí?
domingo, 11 de mayo de 2008
50 maneras
Menta-lice


sábado, 10 de mayo de 2008
Mojito Junkie

- Hojas frescas de menta
- Agua
- Limones
- Azúcar
viernes, 9 de mayo de 2008
Acento circunflejo, así se llama...

Créditos, créditos y más créditos
jueves, 8 de mayo de 2008
¿Qué es Yôga?

En todos los textos de la India antigua, el Yôga desde sus orígenes, hace 5000 años, es clasificado como filosofía práctica, como un dárshana (punto de vista) del hinduismo.
Por eso el Yôga autentico nada tiene que ver con gimnasia, educación física ni religión.
Cierta vez un famoso bailarín improvisó algunos movimientos instintivos, pero extremadamente sofisticados gracias a su virtuosismo y, por eso mismo, lindísimos. Ese lenguaje corporal no era propiamente un ballet, pero sin duda había sido inspirado en la danza.
La arrebatadora belleza de la técnica emocionaba a cuantos asistían a su expresividad y la gente pedía al bailarín que le enseñase su arte. Él así lo hizo. Al comienzo, el método no tenía nombre. Era algo espontáneo, que venía de adentro, y sólo encontraba eco en el corazón de aquéllos que también habían nacido con el galardón de una sensibilidad más refinada. Los años fueron pasando y el gran bailarín consiguió transmitir buena parte de su conocimiento. Hasta que un día, mucho tiempo después, el Maestro pasó a los planos invisibles. Su arte, sin embargo, no murió. Los discípulos más leales lo preservaron intacto y asumieron la misión de retransmitirlo. Los alumnos de esa nueva generación comprendieron la importancia de ser también instructores y de no modificar, no alterar nada de la enseñanza genial del primer Mentor.
En algún momento de la Historia ese arte tomó el nombre de integridad, integración, unión: ¡en sánscrito, Yôga! Su fundador ingresó en la mitología con el nombre de Shiva y con el título de Natarája, Rey de los Bailarines.
Esos hechos ocurrieron hace más de 5.000 años al Noroeste de la India, en el Valle del Indo, que era habitado por el pueblo drávida. Por lo tanto, vamos a estudiar los orígenes del Yôga en esa época y localizar su propuesta original, para poder identificar una enseñanza auténtica y distinguirla de otras que estén comprometidas por el consumismo o por la interferencia de modalidades alienígenas e incompatibles.